domingo, 31 de enero de 2010

me superan...

jamás voy a comprender o tolerar a aquellos que eligen escuchar música en su celular sin auriculares.

me sorprende la inmutabilidad de sus rostros mientras suena daddy yankee en su mano derecha.

miércoles, 27 de enero de 2010

coprofagia

no sólo reincidí donde no debía sino que lo hice con un ser al que desprecie públicamente ante todo aquél que estuviese dispuesto a escuchar/leer la anécdota sexual más desagradable y trágica del universo.

él era amigo del novio de mi amiga. me tenía de vista de la facu. yo no. era lindo, pero flaco. muy. hablamos un rato, yo me fui con mis amigas, el que se quedó con los suyos. volvimos a cruzarnos un par de semanas más tarde. esta vez hubo coincidencia como diría Roberto Galán. estábamos muy ebrios, pero entre risas creo que hablo de algo en relación a las heces. elegí ignorar e olvidar.

nos vimos algunas veces más. la última vez que dormimos juntos fue un suplicio. el y sus 45 kilos me invitaron a comer a mi casa y de yapa me regalaba un viaje en moto. odio las motos. esta encima era una versión levemente mejorada de la zanella. la moto la quedó en Jorge Newbery y Córdoba. ese día llovía. después de comer (me hizo calentar unas milanesas) fuimos al cuarto. gemía raramente, algo así como una risa fundida con un lamento, un quejido y una respiración entrecortada. todo era terrible.

yo soy flaca, pero el es un cuarto de todo mi ser. entre lo visual y lo sonoro no estaba siendo muy feliz. faltaba lo mejor. la propuesta indecente.

no sé si por mecanismo defensivo o qué, reprimí las exactas palabras, pero la idea general se reducía a: estar rodeados de heces durante el coito, o algo así.

durante un año y medio me dediqué a hacer pública mi tragedia, dejándolo, consecuentemente, muy mal ubicado ante la mirada de cualquier interlocutor que tuviera. en el fondo yo lo aprecio. es una especie de Erdosain benévolo. así y todo no pretendía nunca jamás volver a tocarlo.

el viernes a la noche me lo crucé después de casi 8 meses de no verlo (mi cumpleaños, exactamente, siempre casualmente). acepté el gin tonic que me compró y le di unos besos.

a la hoguera yo.

Eu adoro

él me miró y me dijo: eu gosto de voce. voce gosta de mi?

miré a mi amiga, puse cara de pelotuda y me reí. eu tein (no tehno) vergonha, balbuceé.

48 horas más tarde, estaba desnuda en el baño de su restaurant, escuchando constante e insistentemente una palabra: delizia.

esa palabra quedó inutilizada por el resto de mi existencia.

era hora de admitirlo...

soy minita.