miércoles, 1 de febrero de 2012

los 68

estoy leyendo los 68, de carlos fuentes. en una entrevista a un estudiante francés del ahora histórico mayo francés el estudiante dice:

- dicen que vivimos en la sociedad de la abundancia, pero en la universidad sólo hay abundancia de alumnos y carencia de todo lo demás. en 1945, había 120.000 estudiantes en las universidades francesas; hoy la suma asciende a más de medio millón y sólo en la sorbona hay 160.000. no cabemos en las aulas y debemos escuchar las clases desde los corredores, a través de un sistema de magnavoces. más de 30.000 estudiantes desean utilizar la biblioteca, pero sólo hay cupo para 500 lectores. nos vemos obligados a leer y preparar clases y exámenes en los cafés, en los jardines públicos (cuando el tiempo lo permite) o en los cuartos de criada que nos alquilan en el barrio latino por 250 francos al mes. en estas circunstancias, hemos perdido el contacto con los profesores. casi todos se limitan a dictar la misma cátedra desde hace 30 años, sin que el alumno tenga la menor posibilidad de poner en duda esa enseñanza casi siempre periclitada, rara vez revisada o puesta al día. el trabajo de seminarios es prácticamente desconocido. la iniciativa del estudiante es desanimada; la mayoría no lee libros, sólo los apuntes mimeográficos para pasar exámenes a fin de año. el objeto de la actual universidad es memorizar una cultura muerta dentro de un sistema de remoto paternalismo. es decir: la universidad está hecha a la imagen del estado burgués.

cuando terminé de leer esto me sentí menos sola en el mundo. y, sin embargo, más desesperanzada que antes de leerlo. pero seguí y me encontré con esto:

- se nos acusa de ser demasiado "desinteresados". es cierto. frecuentamos la teoría más que los hechos. pero echarnos esto en cara quiere decir que hay una grave ruptura entre el pensamiento y la acción. quiere decir que yo, como estudiante de sociología, puedo leer libremente a marx, a engels, a bakunin, al che guevara y a marcuse, sólo si acepto que una vez que salga de la universidad debo renegar de todo lo que he aprendido y aceptar como borrego mi situación prevista en una sociedad ordenada para siempre y sin mi consentimiento, una sociedad en la que mis conocimientos críticos no poseen la menor importancia y nada pueden cambiar. la universidad debe ser un centro crítico, el germen del cambio. nuestra sociedad, sin embargo, es acrítica y rechaza el cambio. ¿cuál puede ser mi destino? ¿renunciar a mis ideas, admitir que son un sarampión juvenil y aceptar los hechos inconmovibles de una sociedad momificada convirtiéndome yo mismo en momia, sentado hasta mi muerte en un consejo de administración capitalista o en una oficina burocrática? ¿o convertirme en profesor para seguir enseñando, sin traicionarme, las ideas revolucionarias a una nueva generación que a su vez deberá renegar de ellas para encontrar plaza remunerada en la jerarquía del orden? ¿qué clase de educación es ésta, camarada? ¿cómo podemos romper este circulo vicioso? el hecho es que estamos aprendiendo una teoría desinteresada para sacrificarla después ante una sociedad interesada. la teoría nos revela la insuficiencia e injusticia de la sociedad. si somos fieles a nuestras ideas, debemos transformar la sociedad a imagen de ellas. de eso se trata, en el fondo, cuando hablamos de reforma universitaria.

y ahora quiero llorar y no puedo.

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