calmar a la hormona sado es una misión no imposible, pero sí muy desagradable.
una sabe que la tiene que reprimir, que sí, es encantadora, pero después cuore está ahí todo arrastrado, cuore quiere amor. cuore quiere la cucharita, el desayuno, el abrazo por la espalda, todo eso quiere cuore.
y a la hormona sado no le importa nada. la hormona sado sale con el alcohol, con la noche, con la soledad, pero sobre todo hormona sado sí o sí sale con ese hijo de puta al que le importás poco menos que a lo que vos te importa el boludo que te habló en palermo, en san isidro, - en miles lugares te habló - y vos ahí pobre rehén de esa hormona que cuando se despierta pareciera que no hay cómo dormirla. pero lo que pasa, es que una no quiere dormirla. porque (y hay que admitirlo) la hormona sado te da los momentos más felices de tu vida. esos que recordás y un escozor recorre tu ser. y nada más lindo que volver a tu casa con la rasta en la cabeza, esa sonrisa tatuada sin necesidad de pepa y ese olor que estás segura te delataría ante cualquier mortal. en fin, sí, la hormona sado te hace feliz. pero, afectada por el mercantilismo me pregunto, cuál es el costo de dejar ser a la hormona sado?
yo le digo que no a la relación costo/beneficio entre el imperio de la hormona sado y la esclavitud de cuore. la soledad me delata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario