miércoles, 14 de julio de 2010

el tren es, en mi opinión, el mejor transporte público. una persona que, como yo, tiene problemas con el manejo de los tiempos logra organizarse mejor. por ejemplo si sabe que el tren estará a las 8.13 en la estación florida sabe que si sale del tercer piso a las 8:11 llegará cómodamente a retiro a las 8:41. uno confía en el tren. en el resto de los transportes públicos es imposible confiar, no te prometen exactitud. la relación que uno entabla con el resto de los medios de transporte es otra. no es comparable. uno está obligado a pagar inexorablemente por el colectivo y por el subte, no así con el tren. en estos años de fiel usuaria del mitre pagué mi boleto poco más de 15 veces. entonces, recapitulemos, es exacto y cuasi gratuito: casi te diría perfecto...

en fin, en poco más de dos años el tren ha demostrado ser digno de mi confianza, ha demostrado ser merecedor de ella, salvo esas poquísimas veces en que me la hace y me traiciona. esas poquísimas veces que llegué corriendo a la estación y el andén estaba vacío. he ahí dos opciones: esperar 24 minutos al siguiente o 161 hasta la estación vicente lópez a por el tren de tigre que tiene mejor frecuencia y me evita la llegada tarde. en mi anterior trabajo no había duda alguna, salía cafecito y volvía a los 23 minutos. últimamente optaba por el 161.

la última vez que el tren me jugó una mala pasada, lumpen adiestrada, me dirigí a vicente lópez. en el andén me cruzó con maría, mi amiga que yo presento indefectiblemente como la primer novia de mi hermano. hablabamos y reíamos a pesar de ser las 8.36 y estar ensardinadas como nunca en la vida. yo estaba en la plenitud de mi etapa ricotera. esa que me duró 23 días, en los que no podía hablar de otra cosa. no recuerdo muy bien por qué estaba hablando de una canción que me gustaba, maría no la conocía. felicidad. escuchemosla. imaginate mi felicidad. saltaba en una pata. de repente el chico que estaba al lado nuestro, en el que ninguna había reparado hasta ahora, nos interrumpe. nos dice que no es a patricio a quien tenemos que escuchar y nos da sus aurículares.

yo ya me quería matar. por qué? por qué mierda me pasan estas cosas? a nadie lo invaden tanto en la vida. yo siempre me cruzo con estos raros de mierda que se creen con derecho a exigir de mí atención. estos que me cuentan en la calle que su hermana se quiso matar, que es del interior y se vino a buenos aires en los 50s y que no tienen mujer porque no hay quien le siga el trote y de jovencito yo era amigo de troilo, de julio sosa y para qué seguir....

la cuestión es que con maría muy sumisamente escuchamos su canción. la canción era de él. él tiene una banda. una malísima banda. cara de póker ambas. qué decir? su banda era lo menos. era romántica y yo quería escuchar a los redondos. este pibe no entendía nada. antes de que termine el tema yo ya me había sacado el aurícular y sonreía odiando silenciosamente. el empezó a hablar de otro tema, que era mejor que el de recién. yo le devolví mi aurícular y maría también. tardamos un rato en llegar a retiro. la incomodidad reinó hasta que pudimos salir por esas dos puertas, mirarnos y entrar en una secuencia de risas histéricas.

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