había olvidado lo mucho que me gusta dar la vuelta al perro. había olvidado que una de mis tareas laborales en esa isla era pasearle el perro a ese francés. y lo mejor es que a cambio de pasear a ese perro que constantemente saltaba y se paraba en dos patas buscando atención, yo daba "la vuelta al perro". le sacaba su auto a ese francesito y lo pasaba a buscar. me prendía uno y daba una vuelta a la manzana. de un lado el golfo, del otro el océano.
y ahora, de vuelta en el hogar materno paseo las perras de mi hermano. doy la vuelta al perro al ritmo de el pibe de los astilleros y bailo en la calle que está vacía y me tapa ese ombú y la impunidad de una calle sin salida y soy feliz. no hay océano, no hay golfo y mientras imito al indio en ese video que ví hoy me río sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario